domingo, 25 de septiembre de 2022

Entender la Derrota

 Movilizar al pueblo: ¿quiénes, cómo y para qué?


Ricardo Candia Cares



La elite se apresta a perfeccionar el mecanismo que intentará imponer su constitución traicionando lo que el pueblo votó mayoritariamente. Al gobierno, debilitado y angustiado, fue sacado de escena. El plan de la derecha fue perfecto.


¿Qué hará el pueblo en este proceso?


Organismos de derechos humanos y del mundo social han sacado un declaración, pero resulta alarmante que muy pocos y con muy poca fuerza y convicción se hayan referido a la grosera campaña de mentiras mediante la cual se manipuló las conciencias de la gente. 


No se ha denunciado como corresponde la ilegítima campaña electoral de la derecha fundada en la mentira, en noticias falsas, en la manipulación. Al contrario, el proceso fue validado y elogiado porque se contaron bien y rápido los votos.


No puede ser un país tan perfectamente democrático si un sector se gana los votos mediante el engaño y la mentira de la forma más impune: eso debería ser un delito. 


La suma de situaciones alarmantes debe considerar el espeso silencio de las organizaciones del mundo social que recién ahora sacaron una declaración pública la que denuncia la traición a la voluntad del pueblo, pero deja muchos grises.  


Se llama a la gente a movilizarse, pero no se dice qué es ni cómo se hace. Si es salir a marchar a las calles, mejor se olvidan.


¿Estarán pensando cómo integrarse a este nuevo proceso? ¿Se estarán calculando el cómo voy ahí en el reparto de escaños para independientes? ¿Se estará trabajando sobre los mapas para determinar las mejores locaciones? ¿Ya hay candidatos con experiencia propuestos?


¿O, por el contrario, se estarán tensando las energías para convocar a la más grande de las movilizaciones, es decir, una estrategia que implique propósitos políticos claros, con propuestas precisas y con evidente sentido de poder, para cruzarse a la estrategia de la elite que nuevamente traiciona a Chile? 


Para decir las cosas como son, el actual momento es equivalente al que sucedió luego del retiro de los militares. Se apresta a ser entronizada una constitución hecha entre gallos y medianoche, en la que el pueblo no tendrá ni pito que tocar, y que anuncia medio siglo de abusos, explotación ausencia de derechos, marginación y represión.


Desde el punto de vista de la elite, es el momento del reseteo en el que el modelo retoma fuerzas -un segundo aire-, afirmado en el 62% que les dio de apoyo la ciudadanía al rechazo.

La jugada es perfecta.


Pocas veces la derecha se había visto tan empoderada al extremo de ningunear al gobierno y al presidente de la república cuando no más le da la gana: si hasta lo sacaron del proceso constitucional que están armando: el gobierno será un simple observador y no le será permitido decir esta boca es mía.


La derrota es siempre un trago amargo. El fracaso es algo más nocivo, pero con toques adictivos. 


En breve veremos que los mismos que lanzaron una asquerosa campaña basada en mentiras saldrán ahora con caras de buenas personas para decir ahora sí, créannos. 


Me sigo preguntando si el mundo social va a reaccionar a la situación, más allá de la declaración que sacaron. 


¿Habrán encontrado ya las claves del fracaso?


Recuerdo haber leído una declaración de esos sectores en el que afirmaban que el proyecto no había sido derrotado. Sigo a la espera de saber, primero, a qué proyecto se referían y segundo, qué entienden por derrota.


Sin más animo que el testimonial, debo decir que en estas columnas repetimos hasta al mal gusto que ésta, la que perdió, no era la constitución que el pueblo necesitaba y merecía. 


Insistimos que los procesos constitucionales que emergían del pueblo mismo se hacen con una gran porción de poder en sus manos: que, en el mejor de los casos, la carreta tiene que ir detrás; que el proceso fundado el 15 de noviembre era la salida de elite a una crisis que le dejaba cada día menos espacio antes del desfonde total. Pero que no estaba apuntalado por el pueblo.


Finalmente, sigue siendo cierto que las constituciones siempre se imponen desde el poder.


Con el pueblo desmovilizado, sin una conducción, sin una estrategia de poder y con dirigentes que no entienden muy bien el estado de la cosa era remar cuesta arriba. Incluso en el caso de haber ganado.


¿Qué se entiende por ese llamado al pueblo a movilizarse activamente?


Los movimientos sociales, si de verdad quieren democratizar el país —los partidos políticos de izquierda están demasiado involucrados en el estatus quo—, deben analizar lo que pasó desentendiéndose de la variable electoral: esa pelea se perdió antes del cuatro de septiembre.


Y deben observar que van camino a volver a hacer aquello que no ha servido en más de treinta años. Más bien que no ha servido jamás.


Y que lo que pasó fue, por sobre todo, una derrota política de gran envergadura.

domingo, 11 de septiembre de 2022

Septiembre siempre es Allende

 *11 DE SEPTIEMBRE: paradoja de las palabras que vuelan.*

Por Milton Chamorro



Las calles, la palabra, la pasión, la alegría, la resistencia, la memoria , la esperanza y el grito de la juventud chilena nuevamente es noticia en el sur del continente; nosotros aquí en medio de la propaganda del odio, los medios de comunicación masiva haciendo de las suyas, convirtiendo la mentira y la farsa repetida mil veces en verdad, cuyo resultado es el miedo y desactivismo. En vísperas del 11 de septiembre fecha que los pueblos del mundo no han dejado morir la memoria y resistencia de la *Unidad Popular y de Salvador Allende*; se acaba de lanzar una novela del periodista y escritor Orlando Pérez, *“Dieciocho días”:* *Una narración que recrea emboscadas y revanchas personales, construidas con la participación de jueces,* *periodistas, activistas y políticos que buscan construir un caso judicial mediático…”*, hago esta similitud porque en Chile de los años 70 fue emboscada la democracia y un gobierno que había logrado vencer todas las mentiras, odios, miedo y cinismo de las oligarquías chilenas, *un 11 de septiembre era derrocado por una dictadura instruida y financiada por la CIA*.


Antes del 11 de septiembre le habían tendido trampas y los medios de comunicación  orquestaban el anticomunismo parecido a lo que ha pasado en todos los países   donde han gobernado gobiernos progresistas, esto tiene un perecido y coincide con lo que el autor de *“… -Dieciocho días- novela que es una mezcla la ficción con la realidad, aborda el tema del linchamiento mediático y el asesinato a la reputación de una persona…”*. En el caso de Chile el resultado de la farsa, propaganda falsa y odio, el resultado *fue el asesinato del Presidente Allende, con ello la caída de un proceso social heroico, limpio, digno y humano*.


Tiene sentido entonces las calles y los gritos de los adolescentes y jóvenes de Chile que cuando en el 2019, saltaron las barandas para no pagar el pasaje que los neoliberales les habían impuesto a 30 centavos, nacía la paradoja *“no son 30 centavos sino 30 años”*, son las palabras que se convirtieron en un llamado y convocatoria a la constituyente y la victoria del Presidente actual, que hoy lamentablemente apunta sus cañones nuevamente contra esos jóvenes que se sienten traicionados.


El grito de los colegiales nuevamente retumban las frías calles de Chile, las palabras de Allende, no quedaron incrustadas en las hendijas de las paredes sino que traspasaron los muros de la indiferencia para convertirse en *palabras que vuelan*… los gritos de los jóvenes chilenos de hoy se entremezclan con lo que dijera Allende en México, en la Universidad de Guadalajara, el 2 de diciembre de 1972: *“… ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil…”*. *“…Ser agitador universitario y mal estudiante, es fácil; ser dirigente revolucionario y buen estudiante, es más difícil. Pero el maestro universitario respeta al buen alumno, y tendrá que respetar sus ideas, cualesquiera que sean…”.* *“Por eso es que la juventud contemporánea, y sobre todo la juventud de Latinoamérica, tiene una obligación contraída con la historia, con su pueblo, con el pasado de su patria…”.*


Hoy 11 de septiembre, la narrativa de Allende es la convicción profunda que prefirió combatir y morir defendiendo a su pueblo, que se había emancipado por la vía democrática electoral. Hoy estamos en un punto, donde el unipolarismo y la hegemonía imperial está siendo derrotada, las grandes alamedas se están abriendo aun después de las grandes derrotas para que por allí pasen los hombres y mujeres libres que cada vez serán más. 


Entonces las preguntas de Silvio Rodríguez, ya tienen respuesta“… ¿A dónde van las palabras que no se quedaron?, ¿A dónde van las miradas que un día partieron?, Acaso flotan eternas, Como prisioneras de un ventarrón, o se acurrucan entre las rendijas, Buscando calor…”. *Flotan eternas para liberar a los pueblos, esas son las palabras que vuelan.* 


*Nuestro homenaje a Salvador Allende, heroico compañero presidente.*


*VENCEREMOS*.


Milton Chamorro.

SURANDANTES, Colectivo de comunicación Comunitaria. Quito.

viernes, 28 de enero de 2022

Cuatro años estériles

 El legado



Ricardo Candia Cares

Como sabe todo Chile, no es por su profundo sentido de servicio público por lo que Sebastián Piñera se propusiera ser presidente.

Dueño de una de las fortunas más grandes del país, y por lo tanto, involucrado en fraudes, exacciones y movimientos truchos que le han permitido ser un operador del mundo financiero en el que la ganancia rápida y al costo que sea lo es todo, se propuso pasar a la historia por haber sido presidente de la república. 

No una vez, sino dos.

Pocas veces en la vapuleada historia nacional se había visto un gobierno tan inútil como el que ahora va de salida, quizás solo homologable en ese sentido al de la Nueva Mayoría de perecedero recuerdo. Inútil, claro está, para la gente común que vio afectada aún más su ya precaria vida: para los poderosos ha sido el paraíso en la tierra si se considera que vieron aumentadas sus irracionales fortunas a niveles que jamás soñaron. 

El gobierno de Piñera no fue sino el intento megalomaníaco de un millonario torpe y sin principios para pasar a la historia como un estadista de grandes dotes y no quedar en la sentina de la historia como un ricachón botado a político, de los que ha habido muchos. 

Por cierto, un fracaso en toda la línea.

En estos precisos momentos en que arrecia una violencia delictual pocas veces vista, relumbra en su dimensión de falacia demostrada su cacareado fin de fiesta para la delincuencia que vive y reina en este campo de flores bordado.


A los delincuentes se les acabó la fiesta.

Recordemos que esa fue su idea central con la que logró los votos siempre febles y disponibles de aquellos que escuchan lo que quieren escuchar y dan por cierto todo si lo dijo un poderoso.

Y vea lo que quedó: un asesinato por día, aumento de crímenes violentos pocas veces vistos: secuestros, sicariato, asaltos a mano armada, mafias que comienzan a darse cuenta de que pueden actuar con plena impunidad, robos con total descaro, poblaciones tomadas por el narcotráfico, calles y barrios inseguros y la gente presa del miedo. 

Piñera entrega un país sumido en el temor a la delincuencia desatada que se tomó las calles, barrios y poblaciones.


La crisis de migrantes es otra de sus medallas.

Se recuerda con sospechosa timidez aquella epopeya en Cúcuta cuando Piñera se lucía abriendo las fronteras para el que quisiera venir a Chile: su irresponsabilidad mayúscula generó una crisis humanitaria de impredecibles consecuencias.

Piñera entrega un país con récord de campamentos levantados sin orden ni concierto ni higiene ni nada, en todas las ciudades. 

La pauperización de la salud y educación pública ha ascendido en forma alarmante en proporción inversa al aumento de las ganancias de estos mismos servicios en el sector privado. 


De derechos, ni hablar. De seguridad, menos.

Luego del estallido de octubre las policías simplemente abandonaron su rol de garantes de la seguridad pública, orientando sus esfuerzos y medios a la represión bárbara contra quienes osan reclamar sus derechos. La soterrada crisis de Carabineros queda demostrada a diario por su actuar sin protocolos ni preparación ni criterios. Y sin postulantes que quieran ser de las filas.

Como sabe cualquier ciudadano, la delincuencia campea amparada por la inacción de las instituciones llamadas a cuidar a la gente. 

Qué se puede esperar si sus más altos jefes, policiales y militares, están encartados por fraudes, robos, estafas y falsificaciones para hacerse de los medios que el Estado -esa cacareada Patria por la que están disponibles para morir en su defesa- pone a disposición de ellos para el cumplimento de sus funciones.

Deja un wallmapu inmerso en una crisis, la misma de hace ciento sesenta años, que ha querido resolver mediante el centenario método de meter militares para resolver un conflicto que se resuelve por medio dela única vía que no se ha intentado: política, historia, justicia y no masacre. 

Este gobierno ha sido una instancia de corrupción masiva y permanente. Ha sido un gobierno de ladrones, el mejor reflejo de la derecha ambiciosa, egoísta y bruta.

¿Qué dejan estos cuatro años estériles? Abusando de los efectos de la pandemia, ha buscado incesantemente la vía para borrar su trágico y estéril legado. La compra temprana y masiva de vacunas le ha dado un rédito que aún no se despliega por completo para superar sus alicaídos aportes. No más que eso.

Como sea que se considere el presidente entrante, hay un hecho cierto que muestra un cambio interesante: Gabriel Boric, fue un dirigente estudiantil reprimido por el presidente que se va, Sebastián Piñera.

Y, como sea que se haya llegado a la instancia, está en curso una convención Constitucional que podría proponer un ordenamiento institucional que cambie algunas cosas en el rígido, abusivo y represivo legado de la dictadura.   

¿Pasará impune Piñera ante esas dos derrotas profundas para la ultraderecha?

Doble contra sencillo, le van a pasar la cuenta tarde o temprano. Para evitar poner en juego la Constitución pinochetista debió renunciar y no lo hizo. Aquella cobardía estimulada por su patológica megalomanía desencadenó este tiempo en que les está tocando vivir en un riesgo que pudo haber sido controlado. 

El legado piñeril es fácil de identificar, si se quiere. Está en las calles atiborradas y temerosas, en las espeluznantes portadas de los noticiarios, en las cárceles, en las fronteras, en los guetos, en los migrantes que pululan por las carreteras y desiertos, 

en la cesantía encubierta, en la miseria disfrazada de vendedores ambulantes, en las colas de las ferias, en los sicarios que descubrieron que ese mercado en Chile está en pañales, en las aguas infectadas y en los fuegos artificiales que alumbran las noches de barrios y poblaciones. 

Con todo, el mejor legado de este pinganilla debiera ser el aprendizaje de la gente: nuca más un sujeto de la calaña de este pobre millonario torpe, nunca más la derecha, nunca más políticos corruptos, nunca más miedo e inseguridad.

Pero nunca se sabe.