Los escenarios y apuestas sobre el futuro de la ANI
Al interior del organismo y en fuentes de la comunidad de inteligencia, se menciona al cientista político de la Universidad de Chile, Guillermo Holzman, como uno de los candidatos al puesto. Por ahora, en el servicio esperan que Piñera busque una solución de continuidad, pero se estima que los funcionarios que lucharon contra la subversión en los 90’ y que aún trabajan allí, presenten su renuncia este 11 de marzo. Tampoco les gustaría que el próximo “señor 5” provenga del mundo castrense.
por Jorge Molina Sanhueza
Para cualquier nuevo gobierno la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) es un brazo fundamental para la obtención y producción de información que le permita tomar decisiones acertadas en materias como la seguridad pública del país, eventuales conflictos de carácter subversivo y relaciones con las naciones extranjeras, principalmente las vecinas.
En los próximos meses y a partir del 11 de marzo, cuando asuma Sebastián Piñera, el actual titular de la ANI, el PS Gustavo Villalobos, deberá ser reemplazado por otro de la confianza de la nueva administración. Aunque por la complejidad del cargo se estima que este será uno de los últimos cargos en designarse –incluso meses después de asumido el gobierno- pues aunque depende de la cartera de Interior, su trabajo también se intersecta con RR.EE. y Defensa.
Dentro de la comunidad del ramo se comenta que uno de los candidatos a ocupar el cargo sería el cientista político de la Universidad de Chile, Guillermo Holzman, quien durante los últimos años ha tejido muchas redes en el mundo académico, con contactos que van desde el PS hasta la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (Anepe) el think tank cívico-militar por excelencia.
En los servicios de inteligencia existe una máxima cuando hay cambios en los puestos clave. La expresión es conocida como “tierra quemada”, ya que las redes y los agentes reclutados mueren cuando se modifica el escenario.
Holzman está muy bien posicionado en los temas de Defensa y Seguridad y ha trabajado mucho el tema de inteligencia aplicada a la toma de decisiones en el ámbito nacional e internacional, haciendo docencia en un diplomado sobre la especialidad en el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, que han tomado varios funcionarios de la ANI, Carabineros e Investigaciones.
En los círculos académicos se le define como un hombre de centro derecha más cercano a Renovación Nacional (RN), y quienes le conocen aseguran que siempre ha sido muy reservado en su opción política. Varios de sus colegas destacan su capacidad de trabajo y de formar equipos. Holzman trabajó en los Grupos Tantauco, en materias relativas a gobierno interior.
El Mostrador consultó a Holzman quien indicó que “nadie ha conversado conmigo al respecto”.
En todo caso, aseguran fuentes de la comunidad, la derecha no sólo ha sondeado a Holzman, sino que también ha testeado nombres en las universidades Católica y Bernardo O`Higgins, sin resultados concretos hasta ahora.
Otro nombre que se menciona es el del actual subdirector Luis Marcó, un hombre también ligado al mundo académico, de buena situación económica y con relaciones transversales. Marcó es experto en materias de seguridad pública. En todo caso, se indicó que ad portas de que se instale el nuevo gobierno, Marcó buscaba ser contratado como asesor de la Armada.
“Sic transit ingloria mundi”
Al interior de la ANI, aseguran algunos funcionarios, reina la incertidumbre respecto a cuál será la decisión de la nueva administración en torno a los jefes de departamento, como también a los profesionales que allí laboran.
Por de pronto, internamente existen algunas claridades respecto al destino de los PS Óscar Carpenter y Antonio Ramos. Estos dos últimos han trabajado en los servicios que precedieron a la ANI desde 1991 en adelante -Oficina de Seguridad Pública y luego División de Seguridad Pública e Informaciones, Dispi- y participaron en la lucha contra la subversión en la década del 90.
Ambos lograron infiltrar –a través del agente Humberto López Candia- a un movimiento que planeó un atentado en contra del ex candidato presidencial Joaquín Lavín en 1997, llamado “Destacamento Mirista Pueblo en Armas”, liderado por Domiciano Soto Tejías, un ex frentista.
El hecho fue investigado por la ministra Raquel Camposano, como una de las “cuerdas separadas” del homicidio del senador UDI Jaime Guzmán. De hecho, Carpenter fue encausado por la magistrada en este último caso, junto al ex director de “La Oficina”, Marcelo Schilling y al de Investigaciones de la época, Nelson Mery. El caso luego fue enviado a la Justicia Militar, donde Carpenter y Ramos, a fines de los 90, fueron interrogados en varias oportunidades por el fiscal a cargo.
Por esta razón, dicen en la ANI, se les pasará la cuenta y presentarían su renuncia el mismo 11 de marzo, cuando Piñera asuma la Presidencia.
También circulan versiones de que existen contactos con la derecha con el fin de buscar una solución de continuidad –aunque otras fuentes aseguran que se trata más bien de un mero deseo- atendido de que no se trata de una institución común, sino de un organismo que ve temas de Estado que superan las contingencias y los gobiernos de turno, por lo que no sería aconsejable hacer cambios tan radicales. Lo anterior, porque en los servicios de inteligencia existe una máxima cuando hay cambios en los puestos clave. La expresión es conocida como “tierra quemada”, ya que las redes y los agentes reclutados mueren cuando se modifica el escenario.
Facultades conspirativas
La ANI es un servicio de inteligencia relativamente nuevo, considerando que la ley del ramo fue dictada en 2004, donde se le otorgaron las facultades para usar métodos intrusivos, es decir, infiltración, intercepciones telefónicas, electrónicas, digitales y de correspondencia, el uso de informantes pagados, entre otros métodos, los que deben ser llevados cabo por ambas policías, previa autorización de un ministro de la Corte de Apelaciones de la jurisdicción donde se realice la operación.
La ANI, además, se coordina con los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas (FACh, Marina y Ejército), aunque quienes conocen cómo se desarrollan las tradicionales reuniones de los lunes, aseguran que son casi una mera formalidad, debido al grado de celo con que se manejan las redes de espionaje exterior y contraespionaje interno con que opera el mundo militar en general.
Lo que si está claro, aseguran fuentes consultadas por este diario, es que el nuevo director –apodado en broma “señor 5”- no puede provenir del mundo castrense ni menos que el organismo reciba a ex miembros de las Fuerzas Armadas, como una medida de prudencia y de transparencia ante la ciudadanía.
Al interior del organismo y en fuentes de la comunidad de inteligencia, se menciona al cientista político de la Universidad de Chile, Guillermo Holzman, como uno de los candidatos al puesto. Por ahora, en el servicio esperan que Piñera busque una solución de continuidad, pero se estima que los funcionarios que lucharon contra la subversión en los 90’ y que aún trabajan allí, presenten su renuncia este 11 de marzo. Tampoco les gustaría que el próximo “señor 5” provenga del mundo castrense.
por Jorge Molina Sanhueza
Para cualquier nuevo gobierno la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) es un brazo fundamental para la obtención y producción de información que le permita tomar decisiones acertadas en materias como la seguridad pública del país, eventuales conflictos de carácter subversivo y relaciones con las naciones extranjeras, principalmente las vecinas.
En los próximos meses y a partir del 11 de marzo, cuando asuma Sebastián Piñera, el actual titular de la ANI, el PS Gustavo Villalobos, deberá ser reemplazado por otro de la confianza de la nueva administración. Aunque por la complejidad del cargo se estima que este será uno de los últimos cargos en designarse –incluso meses después de asumido el gobierno- pues aunque depende de la cartera de Interior, su trabajo también se intersecta con RR.EE. y Defensa.
Dentro de la comunidad del ramo se comenta que uno de los candidatos a ocupar el cargo sería el cientista político de la Universidad de Chile, Guillermo Holzman, quien durante los últimos años ha tejido muchas redes en el mundo académico, con contactos que van desde el PS hasta la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (Anepe) el think tank cívico-militar por excelencia.
En los servicios de inteligencia existe una máxima cuando hay cambios en los puestos clave. La expresión es conocida como “tierra quemada”, ya que las redes y los agentes reclutados mueren cuando se modifica el escenario.
Holzman está muy bien posicionado en los temas de Defensa y Seguridad y ha trabajado mucho el tema de inteligencia aplicada a la toma de decisiones en el ámbito nacional e internacional, haciendo docencia en un diplomado sobre la especialidad en el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, que han tomado varios funcionarios de la ANI, Carabineros e Investigaciones.
En los círculos académicos se le define como un hombre de centro derecha más cercano a Renovación Nacional (RN), y quienes le conocen aseguran que siempre ha sido muy reservado en su opción política. Varios de sus colegas destacan su capacidad de trabajo y de formar equipos. Holzman trabajó en los Grupos Tantauco, en materias relativas a gobierno interior.
El Mostrador consultó a Holzman quien indicó que “nadie ha conversado conmigo al respecto”.
En todo caso, aseguran fuentes de la comunidad, la derecha no sólo ha sondeado a Holzman, sino que también ha testeado nombres en las universidades Católica y Bernardo O`Higgins, sin resultados concretos hasta ahora.
Otro nombre que se menciona es el del actual subdirector Luis Marcó, un hombre también ligado al mundo académico, de buena situación económica y con relaciones transversales. Marcó es experto en materias de seguridad pública. En todo caso, se indicó que ad portas de que se instale el nuevo gobierno, Marcó buscaba ser contratado como asesor de la Armada.
“Sic transit ingloria mundi”
Al interior de la ANI, aseguran algunos funcionarios, reina la incertidumbre respecto a cuál será la decisión de la nueva administración en torno a los jefes de departamento, como también a los profesionales que allí laboran.
Por de pronto, internamente existen algunas claridades respecto al destino de los PS Óscar Carpenter y Antonio Ramos. Estos dos últimos han trabajado en los servicios que precedieron a la ANI desde 1991 en adelante -Oficina de Seguridad Pública y luego División de Seguridad Pública e Informaciones, Dispi- y participaron en la lucha contra la subversión en la década del 90.
Ambos lograron infiltrar –a través del agente Humberto López Candia- a un movimiento que planeó un atentado en contra del ex candidato presidencial Joaquín Lavín en 1997, llamado “Destacamento Mirista Pueblo en Armas”, liderado por Domiciano Soto Tejías, un ex frentista.
El hecho fue investigado por la ministra Raquel Camposano, como una de las “cuerdas separadas” del homicidio del senador UDI Jaime Guzmán. De hecho, Carpenter fue encausado por la magistrada en este último caso, junto al ex director de “La Oficina”, Marcelo Schilling y al de Investigaciones de la época, Nelson Mery. El caso luego fue enviado a la Justicia Militar, donde Carpenter y Ramos, a fines de los 90, fueron interrogados en varias oportunidades por el fiscal a cargo.
Por esta razón, dicen en la ANI, se les pasará la cuenta y presentarían su renuncia el mismo 11 de marzo, cuando Piñera asuma la Presidencia.
También circulan versiones de que existen contactos con la derecha con el fin de buscar una solución de continuidad –aunque otras fuentes aseguran que se trata más bien de un mero deseo- atendido de que no se trata de una institución común, sino de un organismo que ve temas de Estado que superan las contingencias y los gobiernos de turno, por lo que no sería aconsejable hacer cambios tan radicales. Lo anterior, porque en los servicios de inteligencia existe una máxima cuando hay cambios en los puestos clave. La expresión es conocida como “tierra quemada”, ya que las redes y los agentes reclutados mueren cuando se modifica el escenario.
Facultades conspirativas
La ANI es un servicio de inteligencia relativamente nuevo, considerando que la ley del ramo fue dictada en 2004, donde se le otorgaron las facultades para usar métodos intrusivos, es decir, infiltración, intercepciones telefónicas, electrónicas, digitales y de correspondencia, el uso de informantes pagados, entre otros métodos, los que deben ser llevados cabo por ambas policías, previa autorización de un ministro de la Corte de Apelaciones de la jurisdicción donde se realice la operación.
La ANI, además, se coordina con los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas (FACh, Marina y Ejército), aunque quienes conocen cómo se desarrollan las tradicionales reuniones de los lunes, aseguran que son casi una mera formalidad, debido al grado de celo con que se manejan las redes de espionaje exterior y contraespionaje interno con que opera el mundo militar en general.
Lo que si está claro, aseguran fuentes consultadas por este diario, es que el nuevo director –apodado en broma “señor 5”- no puede provenir del mundo castrense ni menos que el organismo reciba a ex miembros de las Fuerzas Armadas, como una medida de prudencia y de transparencia ante la ciudadanía.
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